La bicicleta

Mirando pasar una bicicleta, en un pueblo de montaña pensé que asombroso que este artefacto pueda llevar sin caerse, a una persona que en este caso parecía bastante robusta. Lo asombroso es que si no supiéramos que no hace falta nada que sostenga a la misma, pensaríamos que es imposible que alguien conduzca ese vehículo de dos ruedas sin caerse.
La bicicleta es un vehículo de transporte personal, de propulsión humana. Es impulsada por el propio viajero, que acciona el vehículo con el esfuerzo muscular de las piernas en particular mediante pedales o manivelas.
Sin embargo “bicicletear” es también un instrumento de calificación en diferentes ámbitos.
“Esa mina o tipo te bicicletea” (según el caso) dicen en el barrio cuando una persona es engañada o distraída intencionalmente por alguien. También hablamos de “bicicleta financiera” cuando nos referimos a ciertos manejos que algunos sectores económicos hacen a fin de sortear controles y ganar mucho dinero en poco tiempo.
Dicho esto, se me ocurre que al igual que el vehículo cuando alguien/algunos son bicicleteados se debe intentar mantener el equilibrio y que esa bicicleta no afecte nuestro bien estar psíquico. Alguien podría decir que es muy difícil sustentar el equilibrio psíquico en tales circunstancias. Sin embargo vale la pena intentarlo.
Como en otros ámbitos de la vida “el/los bicicleteado/os” podrían contraatacar poniendo en ridículo al “bicicleador/bicicleteador” o más aún implementar una estrategia que haga sentir a ese mismo como un ser despreciable y detestable.
Señor/a lector/a sabemos que en la vida hay muchos “bicicleteadores” pero también hay muchas “bicicletas” (metáfora) que nos permiten encontrar un bien estar que por lo menos por instantes nos hacen sentir que la vida vale la pena vivirla con toda intensidad.

 

José Rshaid

Psicólogo

113580-7801

Masoquismo político

Muchos somos los que hablamos de masoquismo político al referirnos a los resultados de las “paso 2023” y al posible resultado en las elecciones presidenciales de octubre. ¿Por qué masoquismo político?. Bueno, porque creemos que la mayoría votó y podría votar a un señor y una señora que muy lejos de tener ideas innovadoras parecen retrotraernos a la edad media, por simplificar la metáfora. Reivindican la dictadura genocida, no reconocen derechos laborales, inventan un escenario económico imposible de llevar a cabo, patrocinan el uso indiscriminado de armas, por solo mencionar alguno de los atributos que llevan en su plataforma política estos nostálgicos autoritarios, por no diagnosticarlos imprudentemente sin entrevistar a las personas, como portadores de una patología psiquiátrica grave.

Pues entonces ¿por qué la mayoría vota y tal vez votará para presidente a un señor de ese linaje? Decimos masoquismo político, extrapolando no ingenuamente dos aspectos no extrapolables en afán de metaforizar un votar en contra de los intereses propios. Ahora bien ¿ y el masoquismo que es lo que esconde detrás? El masoquismo encubre un sentimiento de culpa que el/los sujetos intentarán padecer sufriendo ”el goce del dolor”.

No sin tener claro que esta es solo una hipótesis, quizás (o seguramente) no comprobable en la practica, voy a sostener que el pueblo argentino podría tener un sentimiento de culpa a fin con ese masoquismo, por haber aprobado o instigado (una gran porción de la ciudadanía) un golpe de estado cívico militar cruento que se produjo en el año 1976 y en el que murieron, desaparecieron y fueron perseguidos muchos amigos, familiares, de esos mismos que por omisión o pedido explícito patrocinaron esa siniestra operación.

¿Será entonces ese sentimiento de culpa el que sostiene este masoquismo que parecen padecer una gran cantidad de nuestros conciudadanos?

Voy a repetir que sólo alguien que confiá en demasía en el que suscribe o algún amante de deslizar hipótesis sin pudor de no ser interpretados confirmarán mi hipótesis, sin embargo también sé que los hallazgos son solo reconocidos a través del tiempo y que por lo menos esta idea sirve para no caer en el insulto fácil o la desazón total. Dicho esto los invito señor/a lector/a a tratar de por lo menos pensar esto que solo es un intento de interpretar un fenómeno difícil de entender, dado que podríamos mencionarlo como votar en contra propia.

José Rshaid.

psicólogo

113580-7801

Solo un cuento, cuasi infantil

En un pequeñísimo y lejanísimo país que estaba cerca de otro muy grande y poderoso, se celebraban las elecciones para elegir un nuevo presidente.

Ese poderoso país (el grande) tenía una gran economía que hacía que el pequeño apenas sobreviviera, pero los ciudadanos se quejaban y no les importaba esa circunstancia. Resulta entonces, que en esas elecciones ganó el candidato que decía que el estado, ese estado de ese pequeño país no servía, que había que cambiar todo, hasta que las mujeres ya no pudieran hablar en la sobremesa de los domingos.

Al cabo de un tiempo, la alegría por el triunfo de ese nuevo presidente, se convirtió en dolor cuando una gran sequía afectó a todos los ciudadanos de ese pequeño país. Ese presidente (el nuevo) sostuvo entonces que cada uno debía arreglársela solo ya que “ese estado bobo” no existía más.

Ese día, todos los ciudadanos de ese pequeño país lloraron, lloraron tanto que inundaron ese pequeño país, que finalmente sucumbió y no existió más.

Solo un cuento, nada más que un cuento cuasi infantil, cualquier semejanza con la Argentina es pura casualidad.

                                                                                 

José Rshaid.

psicólogo

113580-7801

¿Para qué el arte?

Para nada podría responder rápidamente. Para nada señor/a lector/a, pero seguramente esto podría dar lugar a una no buscada confusión.

El capitalismo nos ha enseñado (a través de largos años de predica) que todo tiene que servir o sea que tiene que ser útil, en cambio el arte nos hace preguntas que vale la pena responder.

Preguntas que con su vigor nos podrían hacer cambiar el rumbo de muchas cosas que tal vez funcionan como obstáculos en nuestras vidas. No dudo, sin embargo, que esta afirmación podría ser demasiado presuntuosa. Debo aclarar que de ninguna manera

se pretende ser dueño de una verdad absoluta, aunque si creo que el arte no precisa ser útil (en la usanza capitalista) para producir en muchos casos cambios en nuestra conducta cotidiana.

Voy entonces a referirme más específicamente al arte en el campo de la salud mental.

Desde siempre el hombre intentó plasmar sus pensamientos y sentimientos en algo que diera cuenta de ello. Testimonio de lo afirmado en el anterior párrafo son los dibujos rupestres y tantos otros ejemplos posteriores como por ejemplo el arte en los pacientes psiquiátricos.

Vale entonces poder explicar porque en el ámbito de la salud mental, aunque la palabra sigue siendo en ese espacio fundamental, ya que como dije varias veces “la palabra por acción u omisión enferma y tambien la palabra cura”, sin embargo, hay personas que no pueden expresar con facilidad contenidos conscientes o inconscientes que necesitan elaborar. Es en ese sentido es que el arte con su lenguaje no oral nos permite acceder a esos contenidos que de no ser así no llegaríamos a conocer.

Será tarea entonces de los profesionales de la salud, instrumentar luego junto con la persona “la elaboración de esos contenidos”.

Las diferentes formas de arte (audiovisual, musical, teatral, literario, etc.) van a ser, a mi entender, un instrumento eficaz que nos ayude no a responder sino a deconstruir para luego construir nuevamente en esta cadena de preguntas que tendrán respuestas que luego se constituirán otra vez en preguntas en ese camino saludable que es por otro lado el único posible del conocimiento y la ciencia en general.

Saludo entonces que el arte no sirva para canonizar sino para abrir puertas o ¿usted no lo piensa así señor/a lector/a?

José Rshaid.

psicólogo

113580-7801

El amor y el síndrome de la escalera

Cierto es que al hablar del amor estamos abarcando un campo demasiado extenso como para precisar a que nos estamos refiriendo exactamente.

Me gustaría en este caso hablar solo del amor de pareja. Eso que casi todos (creo) hemos sentido al suponer que hemos encontrado aquello que buscamos y nos sentimos completos o dicho de otra manera el rompecabezas de la vida parece haber encontrado la pieza que faltaba. Todo se acomoda casi por arte de magia, somos otros y eso que llamamos felicidad parece habernos llegado.

Dice el psicoanálisis “el amor es la proyección de una imagen que uno siente no poseer y cree encontrarla en el otro. Es decir, nos completamos a través del otro”.

Hay otros como el gran poeta Charles Bukovski que dice “el amor es una niebla que se quema con el primer rayo de luz de realidad”.

Sea como fuere entiendo que el amor implica una acción, un transcurrir que cuanto menos puede suponerse que es algo riesgoso, en tanto búsqueda de esa completud alcanzada, pero que tambien nos confunde cuando pensamos que puede ser infinita en su permanencia.

Voy a introducir ahora un concepto que llamaré “el síndrome de la escalera”. Este síndrome se juega cuando en un camino privilegiado damos pasos casi imperceptibles, casi automáticamente como cuando subimos a una escalera, sin pensar que el paso posterior nos llevará cada vez mas arriba (pienso en este caso en una escalera de una sola hoja).

En el amor sucede algo así, vamos escalando en ese transcurrir sin darnos cuenta, confiados en esta completud que supuestamente alcanzamos. Pero existe un momento casi imposible de soslayar que llamare “el instante realazo”   (de realidad) donde miramos hacia abajo y nos damos cuenta que estamos subiendo a esa escalera (metáfora de por medio).

Es en ese instante donde me parece se juega la permanencia o el corte de esa situación tan especial, que llamamos amor. Esta permanencia del amor o eventual corte implica entonces un renunciamiento, en cualquiera de los casos.

Dichosos, podemos afirmar, los que llegaron a ese punto y pueden amar y sentirse amados, aunque ya sabiendo que están en una “escalera” y que el equilibrio para no caerse ya va a ser parte de sus vidas.

José Rshaid.

psicólogo

113580-7801

La política, meterse o no meterse

Se acercan las elecciones nacionales donde elegiremos entre varios candidatos, a nuestro próximo presidente y otras autoridades, que van a regir nuestra vida en varios aspectos durante algunos años.

Este último hecho a veces no queda tan claro. Nos convencen que nosotros no tenemos nada que ver con lo que el FMI disponga, que las medidas de los mandatarios (varias) impongan son solo tema de ellos y lo que es peor, nos enseñan

“Que nada se puede hacer”. También del tan mentado “yo no ando en política”, “yo no entiendo de política” y el mas extremo “yo no quiero saber nada de política y por eso no voto”.

Permítanme, señores/as lectores/as decirles algo, si ustedes se encuentran en ese grupo de compatriotas. Nada más lejos de la realidad que esas afirmaciones, si ustedes no quieren saber nada con “la política”, “la política” muy pronto querrá saber de ustedes,

de muchas maneras, restringiendo vuestra vida cotidiana, no permitiendo vivir de la mejor manera, etcétera. Del mismo modo “el meterse en política” que no es dar volantes en la calle Corrientes, sino entender sobre los temas que nos ocupan

como ciudadanos y obrar en función de nuestras ideas, redundará en beneficios varios

  • Tendremos posibilidad de elegir con conocimiento de causa a quien votar
  • Permitirá castigar a quien ya nos ha mentido, no acompañándolo con nuestro voto
  • Estaremos discurriendo y logrando discernir en temas que nos atañen y al mismo tiempo intercambiar puntos de vista con otros y en función de ello actuar “en defensa propia”.

Valga recordar que todos los cambios beneficiosos para la ciudadanía en el mundo se han dado por gente que se “metió en política” y logró vencer escollos que a priori parecían inexpugnables. La vuelta de la democracia, el castigo a personajes

nefastos, cierto alivio económico en algunos momentos, etc.

En ese orden si bien el maestro Sigmund Freud nos dice con razón que las masas al tachar al individuo producen muchas veces hechos aberrantes, también, y esto lo digo yo, han realizado epopeyas varias que han cambiado para bien el rumbo del mundo.

Es entonces señores/as lectores/as que los invito a inmiscuir nuestras narices en la política, aunque mas no sea para emitir un voto en favor nuestro o dicho de otro modo en defensa propia”.

 

 

José Rshaid.

psicólogo

113580-7801

Ellos se van

 En una época, ya hace muchos años, quedarse en el país para luchar por una patria más justa era la premisa. Suena muy lejano ese momento y hoy los jóvenes (muchos de ellos) solo piensan en como hacen para emigrar en busca de un futuro mejor.  He ahí, según mi punto de vista, la variante de esta afirmación, ir a buscar un futuro mejor.

¿Quién podría dudar de que económicamente los países del primer mundo (habrá que ver en qué sentido primer mundo) dan mayores posibilidades para conseguir un mejor trabajo o asuntos de índoles similares?

¿Quién dudaría, que en esos países, repito, el modo de vida es mas “acomodado”  que en nuestros países latinoamericanos?

Cuando los ideales abandonan nuestro horizonte el capitalismo nos enseña que con mas bienes de consumo seremos mas “felices”. Ellos, estos países, se han encargado de que su bien estar económico sea a costa del mal estar nuestro.

Sin embargo, siempre hay un sin embargo, algunos otros jóvenes privilegian todavía un sábado a la noche con amigos, las historias en común, el partido del domingo a la mañana y “la birra” del tercer tiempo. También el abrazo de “los viejos” cuando las cosas no están del todo bien y a veces ese amor del barrio que conocemos casi desde siempre.

Vuelvo entonces señor/a lector/a a esa afirmación “van en búsqueda de un futuro mejor” ¿Será un futuro mejor tener mas bienes de consumo y menos amor? cada cual tendrá su respuesta señor/a lector/a

 

José Rshaid.

 

psicólogo

 

113580-7801

Sobre la verdad

¡Qué problema la verdad! Creo que de eso se trata, de un problema difícil de resolver. En principio veamos entonces, lo que dicen algunos filósofos sobre este concepto que a mí entender es muy controvertido.
Nietzsche sostiene “la verdad ha de ser un resultado de la intuición de lo real, de la captación directa de la realidad. Por ello no podrá ser una verdad inmutable y ni siquiera única, pues el mismo hecho de lo real no está exento de contradicciones”.
En cambio, Descartes dice ” la verdad se identifica con la certeza”.
Para Foucault “la noción de verdad designa un régimen de lo verdadero y de lo falso, un juego de lo verdadero y de lo falso que determina lo que es verdadero y decide  lo que es falso mediante ciertas operaciones que reglamentan sus enunciados…”
En otro contexto menos académico y más cotidiano digamos que el sujeto “quiere” en todo momento ser portador de verdad.
En ese sentido concuerdo más con el enunciado de Nietzsche que nos dice que “lo real no está exento de contradicciones” y en todo caso ¿Cuál será el sentido de ser poseedor de la verdad? Por el contrario, me parece que lo que es más válido e importante es el camino hacia esa búsqueda ya que ahí encontraremos alternativas y nuevas verdades.

Me entusiasmo suponiendo que ese camino nos asegurará el crecimiento tanto intelectual como espiritual.

 

Jose Rshaid.

Psicólogo

113580-7801

La poderosa terapia de los bares, bodegones, y restaurants de buenos aires.

El término terapia está muy de moda y se usa para hablar de diversas formas de contención anímica, por conceptualizar esto de manera simple.

Implica entonces algo que alivia, que acompaña, que ayuda a vivir en este mundo a veces implacable y agresivo sobre todo para algunas personas que padecen “el síndrome de la genuinidad” (ya en otros artículos profundizaremos en este tema)

En esta búsqueda de alivio aparecen (aparecemos) muchos y diferentes actores, psicólogos, psiquiatras, pastillas mágicas, terapias holísticas y otras yerbas similares. Pero también están a nuestro alcance bares, bodegones, y restaurants de Buenos Aires.

Voy entonces, señor lector, a intentar explicar este fenómeno, que en primera instancia parece extraño.

Voy a empezar por recuerdos que muchos tenemos… “Josesito la lecheee” … Cuantos recuerdan con cariño ese llamado tan esperado, aunque a veces nos cortara el partidito de futbol en la esquina. También el almuerzo cuando llegábamos con hambre de la escuela … “a comeeeeer”.

Entiendo que estos simples ejemplos sirvieron para entender porque a veces estos espacios gastronómicos nos recuerdan aquellos más subjetivos y personales. Sin embargo, también ciertas circunstancias posteriores de la vida como separaciones de pareja, etcétera, nos terminan acercando a esos lugares donde algún mozo nos dice “Hola… ¿cómo está?”.

Esto tan simple sirve muchas veces para ahuyentar la soledad que ciertas separaciones afectivas nos causan.

Creo entonces, que estos lugares tienen algo familiar entrañable, en nuestros recuerdos y que nos sirven para una especie de “terapia de confrontación” que alivia algunos de los tantos pesares que nos agobian hoy en la vida. Digo esto último no como una afirmación fatalista o depresiva sino como algo a tener en cuenta en nuestro estado de ánimo.

Como una variante muchas veces a muchas personas no les gusta ser observados “estando solos” como si en esa postura mostráramos más nuestra tristeza. A estos últimos puedo decirle, que la tristeza no se ve sino se siente y cuando una compañía alivia (aunque más no sea gastronómica) hay que intentar ponerla en práctica.  

De acuerdo a todo lo dicho inauguro entonces una nueva terapia de contención, la terapia de bares, bodegones y restaurants, ¿o a usted así no le parece señor/a lector/a?

 

Lic José Rshaid
 psicólogo    
1135807801

COMUNIDAD TERAPÉUTICA, EL RETORNO DE “LO REPRIMIDO"

Allá hace unos cuantos años en la Argentina se produjo una contra – revolución que se auto bautizó como “la revolución libertadora”. La misma que había asesinado a decenas de personas en La Plaza de Mayo y otras atrocidades similares.

Fue en esa época que se prohibió al peronismo. Se prohibió el peronismo, como si por decreto o ley se pudiera detener la noche o el amor por decir algunas sencilleces. Por muchos años no se podía pronunciar el término “PERÓN NI EVITA” y ojo si alguien quería cantar la marcha “los muchachos peronistas…”

Pero el tiempo pasó y no sólo volvió Perón sino que el peronismo fue gobierno.

En otro orden de cosas el gran maestro austriaco (Freud) nos enseña “los elementos reprimidos, no solo no son aniquilados, sino que tienden incesantemente a reaparecer en la conciencia, por caminos maso menos desviados…” Sin entrar en la biblioteca psicoanalítica, el gran maestro vienes nos dice, ojo muchachos lo que no es elaborado, vuelve  inexorablemente.

Vamos ahora entonces a lo que se refiere el título de esta pequeña opinión. Las comunidades terapéuticas han desarrollado a través de muchos años una labor que es innegable (con estadísticas inclusive) en pos de la rehabilitación, recuperación, cura, etc, etc, (ponga usted señor lector el término que prefiere) de sujetos con el consumo problemático de sustancias.

Por supuesto, en estos más de cuarenta años de fecundo trabajo en el país, ha habido diversas experiencias en el campo de las comunidades terapéuticas, algunas serias y responsables y otras todo lo contrario, pero me pregunto en ese sentido ¿no tuvimos y tenemos médicos que han hecho atrocidades con pacientes, ingenieros que han producido el derrumbe de construcciones o “carpinteros que se han pegado en el dedo y no en el clavo”?

Sin embargo en cuanto a las comunidades terapéuticas se observó solo los malos ejemplos y no el trabajo incesante, genuino y silencioso de muchos trabajadores de la salud mental que se desempeñan y se desempeñan en su seno.

Hoy las comunidades terapéuticas no pueden valerse de su historia, de sus saberes, otros nos enseñan a “adecuarnos”. Sin negar que todo debe adecuarse en la vida a los nuevos tiempos, me sigo preguntando  ¿Será la historia la que revindique a las comunidades terapéuticas en su justo valor ya modo psicoanalítico se dará otra vez en la Argentina “el retorno de lo reprimido”?

Lic José Rshaid
 psicólogo    
1135807801 

De lo inútil

 Hace algunos años realicé una exposición de arte en la Ciudad de Buenos Aires y ahí expuse además de pinturas lo que yo llamé “objetos inútiles”.  Eran estos objetos conformados por elementos reciclados, lo que no “servía para nada”. Este no servir hacia referencia a lo que no tiene utilidad como se concibe a esto en la actual economía mundial.

Es decir lo que los contadores llaman utilidad, en un balance comercial, como ejemplo tangible de lo dicho, no se contempla en estos “objetos inútiles”. A partir de allí pude reflexionar sobre ese concepto sobre el cual se basa todo el sistema capitalista, utilidad y su contra concepto la inutilidad. Entre estos últimos podemos incluir el amor, la lealtad, los sueños, las utopías, etc. y tal vez muchos otros conceptos que no dejarían ganancias monetarias y que no sirven para ser utilizados como cualquier tipo de compensación material. 
Desde allí seguí contemplando estos objetos inútiles como lo mas importante de la vida y es mi intención valorar y poner todo el énfasis en ellos. Insistiendo que el soñar, amar, utopiar son lo esencial para poder arribar aunque mas no sea en pequeños momentos a lo que llamamos felicidad.
De todas maneras supongo que para esta valoración se necesita algo así como cierta docencia de apertura mental hacia lo inútil, es decir poder observar en toda su dimensión lo que no deja ganancia monetaria, lo que solo alegra el alma, “las tripas” dirían mi madre, lo que acalora por la sola acción del pensamiento.
 
 
 
Lic José Rshaid
 psicólogo    
1135807801